Sarah Mullally, una exenfermera de 63 años, fue nombrada ayer la primera arzobispa de Canterbury y se comprometió a mejorar la seguridad en la Iglesia de Inglaterra luego de un escándalo de abuso que derrocó a su predecesor.

La expartera se convierte en la primera mujer en liderar la centenaria iglesia madre de la comunidad anglicana mundial, de 85 millones de fieles.

Su nominación por parte de un comité encargado de encontrar un sucesor para Justin Welby, quien renunció a principios de este año, fue aprobada por el rey Carlos III, confirmó el gobierno del Reino Unido en un comunicado.

Mullally reconoció la “enorme responsabilidad” de su nuevo rol y prometió “enfrentar la dinámica de poder” que había llevado a la Iglesia a encubrir el abuso de docenas de niños y jóvenes hace varias déca

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