Por Álvaro Molina

@molinacocinero

En casi todas las familias de Medellín se conservaban como tesoros las notas de cocina de las abuelas. Una cultura gastronómica muy matriarcal, rica en recetas que pasaban de mano en mano entre las señoras que las bautizaban con el nombre de las autoras: los bananitos al horno de Amparito, la sopita de orejas de Margarita y otras más curiosas como las he visto en las notas de mi mamá: las tortas de maduro de fulanita de Jaramillo, cuando fulanita o sutanita remplazaban los nombres olvidados. No sé, si los de la edad del Whatsapp sabrán de lo que hablo. Gracias a la memoria colectiva esa nostalgia se comparte entre familias y es común que en las conversaciones se mencionen platos que comimos muchas generaciones. La nota de hoy recoge varios de esos qu

See Full Page