El mensaje cifrado que llegó a Moscú proveniente de Tokio el 14 de septiembre de 1941 tenía solo catorce palabras, pero fueron suficientes para cambiar decisivamente el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. “Japón no atacará a la Unión Soviética si los alemanes no logran tomar Moscú”, decía. Las fuerzas de la Alemania nazi avanzaban incontenibles hacia la capital soviética y el Ejército Rojo no tenía tropas suficientes para detenerlas sin descuidar la defensa de Siberia por donde se temía una invasión de los japoneses. Con esa información ante sus ojos, Stalin tomó una decisión clave: desplazar la mitad de las fuerzas que estaban acantonadas en ese frente para reforzar la defensa de Moscú. Para diciembre, quince divisiones de infantería, tres divisiones de caballería, mil quinientos

See Full Page