Octubre de 1970. Janis Joplin pasó sus últimas horas de vida entre la euforia y el vacío existencial. El primer día del mes había grabado en estudio la canción Mercedes Benz , a capella, improvisada casi como un chiste frente al micrófono, mientras reía, dejaba escapar su inconfundible rugido de blues y lanzaba un llamado social y político contra el consumismo.

Por esos días preparaba Pearl , su nuevo álbum, que prometía consagrarla aún más como la voz desgarrada de una generación rota que se refugió en ella. Hubo llamadas telefónicas a sus amigos. Encuentros fugaces con algún que otro amante. Y una rutina que oscilaba entre la intensidad de su creatividad y la fragilidad de su soledad.

En la noche del 3 de octubre, después de conversar con su manager y dejar instrucciones sobre pe

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