Los Urdangarin siempre han sido la piedra en el zapato de los Borbón. Desde que estalló el caso Nóos y Iñaki terminó entre rejas, la relación entre Felipe VI y su hermana Cristina quedó hecha añicos. Con el tiempo, y tras el divorcio oficial de la infanta, parecía que las aguas se habían calmado. El rey dio alguna señal de acercamiento: se les vio juntos en una boda, en el cumpleaños de la infanta Elena e incluso abrió las puertas de Zarzuela para que algunos sobrinos pasaran temporadas allí. Un gesto de cortesía que ha terminado convirtiéndose en un problema.
Hace algo más de un año, el palacio de Zarzuela empezó a parecer un hotel. Con la excusa de visitar a la reina Sofía y a la tía Irene de Grecia, los Urdangarin entraban y salían como si nada. Irene e incluso Miguel se inst