Hablar de la crisis de un equipo cuando la Liga se halla inmersa en su octava jornada es tan precipitado como pedir la dimisión de un gobernante antes de los habituales cien días de margen, aunque haya casos y casos... en ambos campos.

El Real Valladolid venció en sus dos primeros partidos con una imagen de esfuerzo y voluntad inusitadas en la temporada anterior. Después cosechó sendos empates y volvió a la senda de la victoria ante el Almería, rival por el ascenso. Cuando afrontaba una teórica cuesta abajo ante dos equipos de la cola de la tabla, Albacete y Cultural, llegaron las primeras derrotas.

Dolieron por el fondo: no puntuar ante rivales teóricamente más débiles, y por la forma: el Pucela no jugó a nada, aflojó mucho la presión del inicio de Liga y no marcó goles. El equipo de Al

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