El campo de batalla como laboratorio high-tech donde matar se parece cada vez más a jugar. Un sistema de premios y puntos canjeables por dinero digital estimula a la tropa del joystick.
La hipótesis de la gamificación de la guerra terminó de comprobarse en el conflicto Rusia-Ucrania: los combatientes más preciados ya no son artilleros –protagonistas del primer año- ni tanquistas o miembros de la Fuerza Aérea. Los héroes del siglo XXI son los pilotos de dron que revolucionan la teoría militar. Operan con joysticks a sus “cámaras voladoras de alta resolución armadas con misiles”, definición del filósofo Grégoire Chamayou en su Teoría del Dron (2013). Esta guerra postsoviética introdujo la lógica adictiva del videogame en la batalla con el sistema de scoring ucraniano "Ejército de drones: Bo