Una aseveración recurrente afirma que para descubrir el patrimonio arquitectónico de Buenos Aires hay que mirar hacia arriba . Viene a cuento de la casi totalidad de plantas bajas de edificios construidos hasta mediados del siglo XX que sufrieron cuestionables transformaciones con objetivos comerciales o adecuación de usos. En el centro porteño, además, se agrega la escasa distancia o perspectiva para disfrutar de remates y cúpulas que coronan inmuebles ubicados en el estrecho dibujo delineado —con el perdón al arte y técnica del diseño— por Juan de Garay.
Pese a nuestro demoledor afán autodestructivo, todavía persisten raras excepciones. Una gran cantidad, en San Nicolás. En particular, en el subbarrio popularmente conocido como “Congreso”. Por ejemplo, a poco de dejar atrás la Plaza d