El pisto daba vueltas en la Thermomix. Se acercaba la hora de comer y la cocina ya estaba impregnada con el olor a verdura. Ana se encontraba en su lugar favorito, su templo, ese que tanta paz le proporciona. Aguardaba para sacar el pisto cuando apareció él, su marido, con el que había iniciado los trámites para divorciarse.

Cuando Ana habla las lágrimas brotan de sus ojos. Fue apuñalada hasta en ocho ocasiones por la persona de la que se enamoró 27 años antes. Sin embargo, lo que más le duele son sus hijos. Uno de ellos resultó herido al tratar de salvarla y, además, presenció cómo el hombre se suicidó después.

Han pasado casi cinco meses desde aquel fatídico 17 de mayo, cuando la muerte pasó de refilón a su lado. Convencida de que su testimonio puede ser útil para otras mujeres en la m

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