En la vida profesional (y personal) pocas decisiones son tan complejas (y dolorosas) como la de dar un paso al costado. No se trata de claudicar ni de una historia de rendición, sino de reconocer con honestidad que hay momentos en que continuar en un cargo o en un rol puede hacer mas daño que bien: a uno mismo o a los demás. El verdadero liderazgo no siempre se mide por capacidad de resistir sino también por la sabiduría de reconocer que los limites nos aprietan y es hora de partir. Hay ocasiones en que tomar la decisión de retirarse con dignidad puede conllevar a una lección de grandeza. A veces, apartarse a tiempo es la única forma de permitir que otros florezcan, que nuevas ideas fluyan y que los procesos anquilosados por la costumbre y el tiempo recuperen transparencia y confianza.
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