Por Ana Arancedo (*)
La industria audiovisual está inmersa en una profunda transformación impulsada por el usuario, quien hoy ostenta el poder de elegir qué formatos consumir, dónde y cuándo. Esta metamorfosis ha redefinido no solo los productos y actores, sino también las estrategias de publicidad y la relevancia del contenido profesional en la era de la sobreinformación.
La transición del cine tradicional a las plataformas de streaming ha significado un cambio fundamental en las expectativas de todas las audiencias. Un actor que migra al streaming -o a la inversa, que surge de él- no puede esperar tener la misma audiencia, ya que el usuario decide cómo y dónde ver a ese personaje.
La intervención de las redes sociales ha modificado significativamente los consumos.
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