Aún hoy, para muchas personas, recibir un diagnóstico de cáncer de mama viene acompañado de una idea inmediata y dolorosa: “me van a quitar la mama”. Esa asociación automática es comprensible. Durante décadas, la respuesta médica predominante frente al cáncer de mama fue una cirugía amplia, agresiva, que dejaba como única opción la extirpación total del tejido mamario. Sin embargo, hoy estamos en un momento distinto. La medicina ha avanzado, y con ella, también ha cambiado la manera en que enfrentamos esta enfermedad. Lo repito con claridad: cáncer de mama no es sinónimo de perder la mama. No siempre. Y esa posibilidad —la de conservarla— también forma parte del camino hacia la curación.

Esta afirmación no se basa en esperanza, sino en evidencia. Cuando el cáncer se detecta a tiempo,

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