Las oleadas de migrantes que inundaban a la frontera han desaparecido con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
La dura política antimigrante que el Presidente republicano ha aplicado desde su primer día, cuando el pasado 20 de enero eliminó los programas de asilo humanitario, y que han continuado con el despliegue de miles de militares en la frontera con México y agresivas redadas en el interior de EU, han desanimado a los extranjeros.
Los albergues de Reynosa y Matamoros, principales puntos de cruce en Tamaulipas, o del área metropolitana de Monterrey, parada casi obligada rumbo a la frontera, han quedado casi vacíos.
El pastor Héctor Silva, administrador de las casas de migrantes "Senda de Vida", una de las más grandes de Reynosa y a las que cientos de extranjeros no sólo acud