Por Juan Pablo Neveu

Entre el mito de la mente maquínica y las redes invisibles que gobiernan la vida contemporánea, la inteligencia artificial nos obliga a repensar qué significa ser humanos en la era del cálculo. Ni demonio ni salvadora: apenas un espejo que amplifica nuestras decisiones colectivas.

I. El mito de la máquina que piensa

La inteligencia artificial irrumpió envuelta en la retórica del prodigio. Las pantallas mostraban chatbots que escribían novelas, componían música o resolvían dilemas morales. La metáfora se instaló con rapidez: las máquinas “piensan”, “aprenden”, “dialogan”. Pero detrás de esa ficción antropomórfica —tan cómoda como seductora— no hay conciencia ni intención: hay cálculo.

Los sistemas de IA no son cerebros, sino infraestructuras : redes globales de da

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