Invertir en acciones no se trata de intuición ni de amor por una marca. Es un proceso que exige análisis , paciencia y disciplina. Aunque suele insistirse en el mejor momento para comprar, dominar el ciclo implica saber vender. Ese equilibrio entre lo que entra y lo que sale es lo que define al inversor maduro , conocedor de los principios.

Las acciones atraen por dos motivos: la ganancia de capital y los dividendos . “Comprar barato, vender caro” = buen beneficio. Pero también está el dividendo, una porción de las ganancias que la empresa reparte entre sus accionistas. Mientras que las empresas consolidadas tienen más libertad para distribuir utilidades, las empresas en crecimiento prefieren reinvertir, apostando por el futuro y por una apreciación constante de sus acciones.

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