-Entre rocas milenarias y aguas cristalinas, Palomera nos descubre uno de sus secretos mejor guardados. La senda de Martín, pozas paradisíacas y una ciudad encantada. Un sendero que no solamente invita a caminar, también a respirar, a detenerse y a sentir el latido profundo de la naturaleza conquense.
-La ruta de los murales de Almodóvar del Campo ha transformado estas calles en una galería a cielo abierto donde arte, memoria y patrimonio se funden en cada trazo. Murales cerámicos que recrean con alma y con detalle cada personaje del Quijote. Un homenaje a Cervantes y también al maestro Palmero.
-A tan solo uso kilómetros del bullicio urbano, el viento y el agua describen su propia coreografía en el embalse de Cazalegas. Aquí el Club de Vela Serranillos ha conseguido convertirse en un pu