Rosario vivió un atardecer imposible de olvidar, de esos en los que todo el aire vibra distinto. Bastaba llegar a la zona del Monumento Nacional a la Bandera para sentir que ese martes no era como cualquier otro : el aroma a pasto recién cortado, el tránsito interrumpido y la marea de gente ocupando cada esquina del centro y del parque, rodeando el pulmón de la ciudad. Desde temprano, las familias, los grupos de amigos, niños con vinchas y banderas, se amontonaban junto a las vallas; algunos, con cartulinas caseras y brillantes, esperaron durante horas bajo el sol con la esperanza de un saludo, una mirada o una foto de Nicki Nicole .

Y la ocasión no era para menos: Rosario cumplía 300 años y Nicki, la voz de toda una generación y símbolo de la ciudad, estaba a punto de dar su prime

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