Los ataques del presidente Donald Trump a la independencia de la Reserva Federal de Estados Unidos pueden traerle beneficios a corto plazo, pero a mediano plazo infligirán daños duraderos al crecimiento y los precios. Lo sé por dolorosa experiencia personal en la Argentina hace casi 16 años, cuando estaba a cargo del Banco Central.

Después de sortear con éxito la crisis financiera global, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner me llamó a su despacho en la mañana del 12 de diciembre de 2009. Sin ofrecer ninguna explicación técnica, me pidió que transfiriera, por decreto, USD 6.500 millones de las reservas del Banco Central al Tesoro nacional.

Mi reacción inmediata fue que la Carta Orgánica del Banco no me permitía hacer eso y que, en cualquier caso, tendría efectos perjudiciales en

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