Algo tiene la chistorra que la convierte en oscuro objeto de deseo. Tú la ves friéndose en su propia pringue, sin necesidad de usar aceite, y tu mente te dice que estás ante algo que, por fuerza, pertenece a aquello que indefectiblemente engorda o es pecado. Sin embargo, tu cuerpo te susurra que la vida son dos días. Y en ese choque entre espíritu y carne muchos encontramos la perdición con más gula que vergüenza. Ciertamente, estuvo avispado Koldo García cuando vio la similitud entre la chistorra y el billete de 500 euros, otro elemento fetiche al que muchos no pueden resistirse.
Antes se los conocía como Bin Laden, por lo caros que eran de ver, pero, cazado el terrorista, el símil perdió su sentido. El mundo estaba ávido de un nuevo mote para el billete unicornio y ha tenido que venir e