Durante casi quince años he vivido la realidad municipal desde dentro: como concejal y como alcalde. He visto de cerca las fortalezas y limitaciones de nuestros ayuntamientos, la ilusión con la que se trabaja cada día por el bien común y, también, las dificultades enormes que supone gestionar con pocos recursos humanos y con demasiadas obligaciones encima de la mesa.
Lo digo con conocimiento de causa: hay consistorios donde los equipos técnicos hacen auténticos malabares para cumplir con normativas, atender a la ciudadanía, tramitar expedientes y además impulsar proyectos de futuro. Y muchas veces, la sensación es de estar siempre apagando fuegos, de no llegar nunca a todo.
La IA no para sustituir, sino para aliviar
Decía Stephen Hawking que “la inteligencia es la habilidad para adaptar