Xochimilco .- “Vamos a cerrar los ojos y vamos a pedirle permiso a nuestra madre agua para que nos permita navegar con tranquilidad”, dice Jasmín Ordóñez mientras la barca atraviesa un canal estrecho. A ambos lados se erigen como vestigios arqueológicos las chinampas, las islas que construyeron los aztecas hace miles de años para cultivar en lo que hoy es Ciudad de México.
Mientras avanzan a un ritmo que contrasta con el tráfico frenético de la capital a unos pocos kilómetros, Jasmín habla de las dificultades que tuvo para ser propietaria de una chinampa.
Nos quedamos sin tierra porque a mi abuela no le tocó. En ese entonces, la mayoría de las tierras quedaron en manos de los hombres”. A su lado escucha atenta Cassandra Garduño, con su poblada y larga melena ondeando en el aire limpi