La brecha entre generaciones siempre existió, pero nunca fue tan visible ni tan rápida. Desde los bebés que deslizan sus dedos sobre una pantalla antes de poder caminar, hasta los adolescentes que construyen sus vínculos en entornos digitales , cada etapa de la vida parece adaptarse con una naturalidad que desconcierta al mundo adulto.

Y si bien, especialmente en la adolescencia , los padres no han logrado en todas las generaciones descubrir el lenguaje y las conductas de sus hijos, hoy esta perplejidad se vive desde edades muy tempranas.

Mucho se discute sobre los tiempos y las formas de la sobreexposición digital , pero la verdadera brecha no es esa, sino la incomprensión profunda de las reglas de juego que rigen la vida digital de niños, niñas y adolescentes : sus modos

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