La muerte es insoportable para los que viven. El ritual de despedida sirve para figurarse una idea especialmente cruel: no habrá otro día con aquella persona que ya no está, que dejó el cuerpo que ahora reposa como dormido dentro de un cajón . No hay otra posibilidad que la sinceridad del llanto para empezar a darle forma a la ausencia. Pero la de Miguel Ángel Russo fue una despedida diferente. Este jueves, La Bombonera tal vez permitió un velatorio con pinceladas de otro tipo de ánimo . Acostumbrado a su propio latido, esta vez el estadio estuvo en silencio aunque los alrededores se cargaran de hinchas como un día de partido.
En el hall central de la entrada número 3, la principal junto a las vías, se acondicionó el salón para que el público pudiera pasar sin dejar de circular y