Hemos construido un sistema vial disfuncional que opera bajo la ilusión de que señales, normas y comportamientos obedientes a las reglas de tránsito deberían alcanzar para garantizar la seguridad vial de nuestros niños y adolescentes, de nuestros mayores y de todos quienes circulamos en las calles de las ciudades argentinas.

Exigimos más campañas educativas que corrijan nuestra mala conducta junto a controles y penalizaciones efectivas y severas. Por qué esta fórmula es una mera ilusión.

Porque no somos conscientes de la profunda conexión sistémica que se requiere para pacificar el tránsito, ese complejo engranaje que tiene múltiples componentes: infraestructura y diseño urbano, seguridad vehicular, fiscalización, aplicación normativa y una cultura ciudadana atenta al cuidado de las pers

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