La primera mitad fue un pulso de control y precaución. Ninguna de las dos selecciones quiso regalar un solo metro. Honduras y Costa Rica midieron cada movimiento, cada pase, sabiendo que cualquier error podía ser letal en el estadio Francisco Morazán.
En la zaga costarricense, Alexis Gamboa y Kendall Waston fueron los pilares del equipo.
Ambos impusieron jerarquía y temple, neutralizando por completo a los atacantes catrachos Romell Quioto y Jorge Benguché, quienes vieron cómo sus intentos ofensivos se diluían sin claridad ni peligro real.
El bloque defensivo tico —comandado por Juan Pablo Vargas, Waston y Gamboa — lucía firme, sólido, sincronizado.
El único punto de grieta aparecía por la banda derecha: Jeyland Mitchell no se encontraba en su mejor noche.
Se le notaba impreci