Estudiar en el extranjero se ha convertido en una de las experiencias más enriquecedoras para cualquier estudiante universitario . No solo permite perfeccionar el dominio de otros idiomas, descubrir nuevas culturas o adaptarse a distintos métodos de enseñanza, sino que también impulsa la autonomía, la madurez y la capacidad de afrontar nuevos retos. Cada vez más jóvenes deciden completar su formación en otro país, conscientes de que esa vivencia marcará un antes y un después en su desarrollo personal y profesional.
“La movilidad internacional mejora la empleabilidad y la calidad del empleo; un estudiante que ha vivido una experiencia fuera y domina otro idioma tiene un 50% más de posibilidades de encontrar un trabajo estable y mejor remunerado”, señala Pablo Blesa, vicerrector d