No suelo revisar las redes sociales del alcalde de Arequipa, pero esta vez su publicación fue rebotada por varios medios digitales, y francamente, no podía dejarla pasar. El texto que compartió no solo evidencia una preocupante desconexión con la realidad que viven los arequipeños, sino también una actitud intolerante hacia la crítica ciudadana, como si el cuestionamiento público fuera una amenaza y no una herramienta democrática.
¿A quién se le entiende?, pregunta el alcalde, como si la ciudadanía fuera incoherente por exigir obras bien hechas, por pedir planificación, por señalar errores. ¿Desde cuándo escuchar diversas voces se volvió un problema? Llama “opinólogos” a quienes opinan sobre la gestión, “profesionales de escritorio” a quienes cuestionan la capacidad técnica, “ilusionistas