En los sueños de Enisael Abreu se veía reiteradamente con un bate de beisbol en un plato de Grandes Ligas, sacándola de jonrón ante los vítores entusiastas de la fanaticada, hasta que un buen día se le atravesó la Lucha. Desde ese entonces, las imágenes nocturnas cambiaron drásticamente y el poderoso swing con el madero, se vio sustituido por una llave tan o más poderosa que aquel, “planchando” un contendor en la colchoneta del “Malinda” Rojas de Tucupita.

Tras dos años y medio entrenando, este joven espigado y atlético se enorgullece de faltar a las practicas únicamente cuando debe ayudar a su mamá en casa “los demás días no falto”.

Su papá murió el año pasado y a sabiendas que está en el cielo “me estoy esforzando para dedicarle la medalla a él”.

Tiene garras, empuje y aquello que hac

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