En esos álbumes de figuritas en los que cada temporada renovábamos ilusiones, al compás de las transferencias y de las pasiones despertadas por el inicio de otro campeonato Nacional o Metropolitano, algunas estampas eran las “díficiles” (generalmente complicaban la posibilidad de completar los catálogos y acceder a algún premio) y otras, más escasas que aquellas, eran estables. Redondita o rectilínea, más grande o más pequeña, algunos futbolistas inequívocamente vestirían la misma camiseta en las estampas, álbum tras álbum. En mi época, Reinaldo Merlo con la banda roja cruzada al pecho o Ricardo Enrique Bochini, el mito de Independiente. Pedro Larraquy con la “V” azulada.
Estudiantes de La Plata, rico en mística y leyenda, dejó dos emblemas por entonces, que jamás cambiaron de club: Abel