Los cambios en la industria de la automoción suelen ser «rápidos», con decisiones a veces valientes que incluyen miles de millones de inversión para grandes saltos tecnológicos o apuestas por productos más arriesgados. A veces por la necesidad de superar a la competencia, otras por exigencias regulatorias o también por atraer a los consumidores y adaptarse a la nueva realidad en la que vive la población. Un ejemplo claro está en el proceso de electrificación que vive el sector, impulsado por la imposición del fin a los motores de combustión en la UE en 2035 y que ha llevado a las marcas a una carrera por hacerse un hueco. Otro está en la forma de acercarse a los clientes, intentando dar facilidades a la hora de comprar un vehículo. En este proceso, el renting, una modalidad más extendi

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