Más allá de sus personajes entrañables y las canciones pegajosas, 31 Minutos ha sido una ventana para explorar nuestra realidad de una forma única, usando la mirada inocente de los títeres para tocar temas complejos. En su participación en el Tiny Desk, 31 Minutos no solo brindó un espectáculo musical, sino que expuso al mundo su capacidad para mezclar humor, crítica y reflexión política, manteniéndose fiel a sus raíces chilenas, pese a hoy ser éxito en toda Latinoamérica.

Desde su creación, 31 Minutos ha sido mucho más que un programa para niños. Su éxito radica en su habilidad para conectar con diferentes generaciones, sin sacrificar la profundidad ni la crítica. Los creadores del programa entendieron que la televisión para niños no tiene que ser simple ni apolítica, y que, al contrario

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