
Nacida en Caracas en 1967, ingeniera industrial, cofundadora de Súmate y exdiputada, María Corina Machado se formó políticamente en la intersección entre integridad electoral, ciudadanía activa y democracia con libertades políticas y económicas para todos.
Sobre esa base, y apoyada en una amplia plataforma cívica, obtuvo el 22 de octubre de 2023 una victoria abrumadora en la primaria opositora, lo que legitimó su liderazgo al frente del movimiento democrático. Pese a ello, en 2024 fue inhabilitada por el gobierno, contraviniendo el espíritu del Acuerdo de Barbados.
Sin embargo, se mantuvo en la ruta electoral apoyando con generosidad y entrega máxima la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia.
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Voto, calle y diplomacia
Las presidenciales de 2024 –marcadas por graves irregularidades– concluyeron con la proclamación oficial de Nicolás Maduro, mientras la oposición afirmó, con actas en mano, la victoria de González Urrutia. Varios gobiernos reclamaron verificación y Estados Unidos reconoció a González como “presidente electo”.
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En ese contexto, Machado y su equipo han afrontado persecución. Desde el 9 de enero de 2025, tras una detención seguida de liberación en circunstancias opacas, ella ha tenido que resguardarse. Aun así, no habilitó salidas insurreccionales: sostuvo la verdad electoral, preservó la organización social y escaló la presión diplomática.
Esa combinación –voto, calle no violenta y diplomacia– es el corazón estratégico que hoy explica este reconocimiento a través del Nobel de la Paz.
¿Dónde está hoy Venezuela?
Hoy, el país vive un agravamiento de la suspensión del Estado de derecho, que se viene arrastrando desde la llegada de Chávez al poder, en 1999, y se ha acentuado progresivamente desde el ascenso de Maduro en 2013. Instituciones capturadas, resultados disputados y nunca auditados, coerción selectiva, tejido social exhausto.
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La documentación de 2024–2025 sobre violaciones de derechos humanos en el contexto electoral deja poco margen de duda. Sin embargo, persiste un sustrato ciudadano reacio a ceder su voz. En este paisaje, el liderazgo de Machado –de facto y moral– ha operado como columna vertebral de la resistencia cívica, a pesar de detenciones, exilios y amenazas.
A pesar de todo, octubre de 2025 será, para la memoria colectiva venezolana, un mes de señales. El 19 de octubre, el Vaticano canonizará al doctor José Gregorio Hernández y a la madre Carmen Rendiles, los dos primeros santos de un país profundamente creyente. También en octubre, y por sorpresa, Venezuela celebra que a una mujer venezolana se le haya concedido el Nobel de la Paz (Baruj Benacerraf, nacido en Caracas, obtuvo el de Medicina en 1980). No se confunden los lenguajes –fe y política– pero se reflejan en el espejo de una misma ética de servicio al país y a sus ciudadanos a través de valores espirituales como la resiliencia, la constancia, la templanza y la fidelidad a la verdad.
El cruce de símbolos recuerda que la grandeza nacional no siempre se mide en conquistas materiales.
Efectos geopolíticos y domésticos
El reconocimiento reconfigura incentivos en tres planos:
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Eleva el costo reputacional de quienes intentan normalizar el autoritarismo venezolano.
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Endurece la condicionalidad de cualquier negociación: el estándar ya no es “diálogo por el diálogo”, sino verificación, cronograma, cumplimiento y retorno a la democracia.
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Empodera a la diáspora como actor diplomático y económico con una narrativa transversal –no partidista– que articula libertad, democracia y derechos humanos.
Hacia adentro, el Nobel consolida una doble legitimidad del liderazgo de Machado: de origen, por su investidura cívica y la victoria en la primaria, y de ejercicio, por su negativa a trivializar la violencia y su papel en la unificación opositora. Cada intento de criminalizarla chocará con un blindaje simbólico global.
Hacia afuera, se robustece su capacidad de interlocución con gobiernos y organismos: deja de ser “oposición local” para convertirse en referente normativo hemisférico sobre cómo se defiende la democracia en contextos cerrados y altamente represivos como el venezolano.
Asimismo, el lauro facilita en Washington, Europa y la región –tanto para los gobiernos como para los parlamentos– un marco más nítido para calibrar decisiones inteligentes que faciliten la transición democrática.
La propia Machado ha pedido mayor acción frente al endurecimiento del régimen, la represión y el control institucional. El premio reconoce su autoridad moral para plantearlo sin que se desdibuje el carácter pacífico de su estrategia, y aumenta los costos para los normalizadores del autoritarismo dentro y fuera de Venezuela.
Una lectura personal
Hemos sido testigos, a través de los años, del crecimiento como líder de María Corina Machado en medio de un ambiente muy hostil. Su mérito no es la infalibilidad –nadie la tiene–, sino la voluntad de aprender y persistir: abandonar maximalismos, tejer alianzas, aceptar el escrutinio, resistir tentaciones de violencia y mantener la brújula moral cuando otros la pierden y los incentivos colocados por el régimen han empujado a muchos liderazgos al despeñadero.
Por eso este Nobel trasciende lo personal y la reconoce como el eje de unidad y coordinación entre actores democráticos pero dispersos –líderes políticos y sociales, iglesia, academia, empresa, aliados democráticos– en torno a una agenda común: unas elecciones con resultados legítimos, el retorno a la democracia y la búsqueda de una salida que minimice daños y garantice el futuro del país.
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El Nobel de la Paz 2025 no resuelve la transición, pero recalibra el tablero. Cuando un país contempla, en el mismo mes, la canonización de sus dos primeros santos y el reconocimiento global de quien encarna su lucha cívica, no asiste a un milagro fortuito: renace la esperanza al comprobar que la templanza también mueve montañas. El premio a María Corina Machado no concluye el camino, lo ilumina.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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Benigno Alarcón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.