Hoy, Víctor Mallarino despierta en Madrid, lejos de los reflectores que lo convirtieron en una de las figuras más importantes de la televisión colombiana. Vive en la tierra de su mamá, Ascensión de Madariaga del Olmo, en un entorno tranquilo donde puede caminar por la calle sin que lo detengan, tomar un café en cualquier esquina con su siempre amigo Daniel Samper Pizano, y jugar tenis. En España, encontró una cotidianidad que en Colombia le era imposible.

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Sin embargo, hay algo que lo sigue uniendo a su país natal. A pesar de haber dejado los sets y renunciado a una posición privilegiada dentro de la industria televisiva, las puertas en Colombia nunca se le cerraron.

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