En medio de un atasco que me pilla cruzando un puente sobre la dársena del río, me pregunto cómo demonios se llama el último premio Nobel de Literatura. Sé que es húngaro, que tiene un nombre endiablado y que no lo he leído. ¿Es Lazlo Karastoray? ¿O Kraskorniakay? Imposible saberlo. Como el atasco se alarga, cojo el móvil –me declaro culpable, señor agente– y compruebo el nombre del escritor húngaro premiado: Lázló Krasznahorkai. Y lo poco que voy sabiendo de Krasznahorkai –el atasco se alarga– no me inspira demasiadas ganas de leerlo: los comentarios lo definen como denso, profundo, complejo y posmoderno (Dios santo, salió el adjetivo), y por lo visto, le gusta escribir frases larguísimas sin puntos y aparte. Leo que algunas de sus novelas han sido adaptadas al cine por Bela Tarr –un dire
Nombres raros

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