A más de 50 kilómetros de la costa este de Estados Unidos, en medio del mar, se encuentra uno de los alojamientos más extremos del planeta. Suspendido sobre pilares oxidados por décadas de exposición al agua salada y al viento, este hotel no se parece a ningún otro. Es una experiencia que combina aventura, aislamiento total y una dosis considerable de riesgo.

Se trata de una antigua plataforma-faro construida en los años 60, que alguna vez guió a los barcos en una de las rutas marítimas más peligrosas del Atlántico. Hoy, reconvertida en una estructura habitable, ofrece la posibilidad de hospedarse durante varios días en un entorno completamente hostil, pero fascinante.

Alojamiento extremo

El lugar cuenta con ocho habitaciones básicas, dos baños funcionales, duchas y energía eléctrica ge

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