El 3 de marzo de 2000, tras el aterrizaje en Santiago de Chile del avión que transportaba al general Augusto Pinochet, su séquito lo subió en silla de ruedas a un elevador mecánico mientras sonreía ante la jubilosa escena que tenía ante sí. Pinochet, dictador de Chile de 1973 a 1990, había estado detenido en Gran Bretaña mientras sus abogados luchaban contra los intentos de extraditarlo a España, donde un juez había emitido una orden de arresto internacional por violaciones de derechos humanos cometidas por su régimen.

Tras casi 17 meses, el gobierno británico finalmente abandonó el proceso de extradición; Pinochet, de 84 años y quien se encontraba bajo arresto domiciliario a las afueras de Londres, fue considerado demasiado enfermo para enfrentar cargos en España. Sin embargo, a su regre

See Full Page