La Universidad Veracruzana (UV), columna vertebral del pensamiento y la formación profesional en el estado, atraviesa una crisis silenciosa que amenaza con volverse estructural. No se trata sólo de conflictos coyunturales sino de una degradación que empieza a consolidarse como parte del propio funcionamiento: la pérdida de cohesión en la Junta de Gobierno, la dependencia financiera del Ejecutivo y la falta de contrapesos internos que permitan ejercer una autonomía real. Si una institución aprende a convivir con sus desequilibrios sin corregirlos la crisis deja de ser pasajera y se convierte en norma.
La reciente renuncia de un integrante de su Junta de Gobierno, sumada a anteriores dimisiones y a los desacuerdos en su Consejo Universitario, no es un hecho aislado: es el reflejo de un proc