Entrar al Mercado Alianza de Torreón es sencillo, lo difícil es salir sin que el eco de alguna de sus historias te persiga desde lo más profundo de sus entrañas. Adentro, el tiempo pierde su forma para amoldarse al ritmo de los marchantes, el lenguaje se reinventa en cada esquina y los personajes urbanos brotan como semillas en tierra fértil. Los colores se acentúan, los olores del barrio se funden en una alquimia invisible y el barullo compone su propia sinfonía. Ahí, el aire huele a trabajo y la vida se defiende con las manos.

Lo anterior no es sólo una expresión lírica: estudios como el artículo “Percepciones y actitudes ambientales de los usuarios del Mercado Alianza en Torreón, México” coinciden en que estos espacios no sólo satisfacen necesidades básicas, sino que también despiertan

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