No suele quejarse. Ni cuando los fallos lo lastiman, ni cuando la suerte le da la espalda. Pero el sábado por la noche, en Alberdi, Ricardo Zielinski explotó. El hombre del gesto sereno, el que casi nunca levanta la voz, se cansó y habló.
Belgrano tenía tres puntos de oro en el bolso. Lo ganaba 1-0 ante Estudiantes de La Plata, en un partido friccionado, de esos que el Ruso suele disfrutar por la entrega de los suyos. Pero en una de las últimas jugadas, el Pincha llegó al empate. Y con polémica. Una mano clara en la previa del gol desató la bronca generalizada del plantel y de la gente.
“Nos dijo que era una mano no sancionable”, explicaron los jugadores en el campo de juego.
En la conferencia, el tono del Ruso fue tan medido como siempre, pero las palabras pesaron más que de costumbre: