Desde muy pequeños, niñas y niños ya muestran habilidades matemáticas: clasifican objetos, reconocen patrones, estiman cantidades y resuelven problemas en su entorno. Estas capacidades no se limitan al conteo o a los números: se expresan también a través del cuerpo, el lenguaje, el movimiento, el juego y la exploración. Sin embargo, para que estas ideas se transformen en aprendizaje profundo, se requiere de una mediación intencionada. Y ahí, el rol de la educadora es fundamental.
Bajo ese contexto, Leidy Bautista, académica de Pedagogía en Educación Parvularia de la Universidad Santo Tomás sede Santiago, explica que las educadoras de párvulos —junto al equipo pedagógico— son las responsables de crear oportunidades para que el pensamiento matemático se construya desde la experiencia y que

El Martutino