Han pasado 20 años desde aquel lunes 16 de mayo de 2005, cuando los samarios amanecieron con la noticia más dolorosa para su historia deportiva: el Unión Magdalena, el equipo del alma, dejaba la ciudad para mudarse a Montería.

“Se fue el Unión”, tituló EL INFORMADOR, reflejando la tristeza, el enojo y la impotencia de una afición que vio partir al club que había nacido en sus calles, jugado en su estadio y llevado el nombre del departamento a todo el país.

El traslado del equipo, entonces dirigido por Eduardo Dávila, fue motivado por problemas financieros y administrativos que hacían inviable su permanencia en Santa Marta. La crisis económica, la falta de apoyo institucional y el bajo rendimiento deportivo terminaron por sellar un hecho que muchos consideraron una traición a la identidad

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