Por José Nieves

En estos días han partido dos leyendas que hicieron del cine un lugar más humano. Robert Redford y Diane Keaton no fueron simples estrellas, fueron lenguaje, emoción y conciencia . Representan una era irrepetible en que Hollywood se atrevió a ser verdadero. Uno desde la calma ética, la mirada profunda y la elegancia moral; la otra desde la autenticidad desbordante, la libertad creativa y la vulnerabilidad luminosa. Ambos construyeron personajes inolvidables porque actuaban con el alma, no con el ego. Fueron iconos culturales que trascendieron la moda para redefinir lo que significa mirar, sentir y recordar.

Redford fue el rostro de un nuevo tipo de héroe: silencioso, introspectivo, idealista. En “Butch Cassidy and the Sundance Kid”, “The Sting” o “Todos los homb

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