La persona que se corrompe renuncia a la posibilidad más elevada que ha propiciado la cadena evolutiva: elegir conscientemente el bien cuando se tiene a mano el mal

Una de las características de la corrupción en nuestro país es su diagnóstico prevaleciente. Los análisis dominantes suelen atribuir esta plaga a factores institucionales: controles laxos, partitocracia, ineficaces mecanismos de supervisión y transparencia, etcétera.

Si bien es cierto que una arquitectura jurídica débil actúa como caldo de cultivo para las malas prácticas, centrar ahí la etiología del problema es, a mi juicio, un reduccionismo que impide ver la raíz del fenómeno. Por ello, he propuesto desde hace algún tiempo cambiar el foco del análisis; la pregunta correcta debería ser: ¿qué hace que tantas personas con

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