Hoy, esta flor también da vida a bebidas tradicionales como el atole, aportándole un toque de sabor único y un color que evoca la luz de las velas que alumbran las ofrendas

En México, cada 1 y 2 de noviembre, la memoria se sirve caliente. Entre velas encendidas, pan de muerto y fotografías familiares, hay una bebida que ha empezado a conquistar su propio lugar en las ofrendas: el atole de cempasúchil, una receta que combina la calidez de la tradición con el aroma inconfundible de la flor que guía a las almas en su regreso.

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El cempasúchil, también conocida como “flor de los muertos”, no solo decora altares y cementerios, pues su tono amarillo intenso y su fragancia penetrante simbolizan el camino entre la v

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