No tiene tatuajes, “ni tengo la idea de hacerme ninguno”, prefiere ser discreto, prefiere la rutina y es muy familiar. Vamos, una especie de rara avis en un mundo donde el futbolista de élite cada vez se expone más.

¿Qué representa para usted la figura de Roger?

Fue la persona que se fijó en mí cuando jugaba con la ikastola en Eibar, cuando era un niño y me dio la oportunidad de venir a hacer las pruebas con el Athletic . Seguimos manteniendo el contacto, nos vemos de vez en cuando, sobre todo cuando coincidimos por Eibar, él es de Ermua. Es una persona muy importante para mí, en mi carrera, el que me abrió las puertas de venir aquí, cambió mi futuro y mi vida en ese sentido.

Y vino a entrenar a Lezama, un chico de Eibar, guipuzcoano. ¿Ese chaval era de la Real?

(Risas) No. En Eibar

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