METEPEC, México — METEPEC, México — La primera vez que conoció a un papa, el artesano mexicano Hilario Hernández no viajó al Vaticano como invitado. Su papel fue cuidar la frágil pieza de barro que había creado como regalo para Benedicto XVI .

“No es que quisieran llevarme, sino que los árboles tienden a romperse y tuve la oportunidad de ir a entregarlo”, dijo Hernández desde su taller en Metepec, un pueblo a unos 68 kilómetros de Ciudad de México.

La obra que le pidieron confeccionar para el pontífice en 2008 es una celebrada artesanía mexicana. Conocido como Árbol de la Vida, pertenece a una tradición que floreció a mediados del siglo XX y hoy se considera un símbolo de identidad en el lugar natal de Hernández.

Docenas de creadores como él dedican su vida a elaborar estas piezas

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