Hace cuatro años me diagnosticaron cáncer. Un melanoma en estadio 3, en la mejilla izquierda, fue el causante de que mi cara ya no vuelva a ser la misma. Pero, por fortuna, todo pasó y cada vez que veo las cicatrices frente al espejo, me digo “aquí sigo, así que todo bien”.

Hasta ese momento, no era capaz de ponerme del todo en la piel de las mujeres mastectomizadas, por muy empática que intentara ser. Las secuelas psicológicas de la transformación ─bisturí mediante─ de las partes de nuestro cuerpo que nos confieren identidad, son grandes. La vida es lo que más importa, pero nuestra imagen pesa mucho…

Por eso, cada 19 de octubre el mundo se pinta de rosa por las mujeres pacientes de cáncer de mama: carreras solidarias, fotos institucionales, políticos con un lazo en la solapa y discursos

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