Ya no caben dudas: con el gobierno de Milei la Argentina ha dejado de ser aquel país atípico que alguna vez fue, el que tenía un alto nivel educativo, desarrollaba una ciencia propia y, aunque con altibajos, contaba con muchos elementos como para desarrollar una economía sólida. Esta última condición, claro está, si no hubiera contado –y sigue contando— con una oligarquía abierta desde siempre a los intereses extranjeros, una actitud que se remonta a la época inmediata a la independencia y se mantiene hasta hoy, condiciones que –hay que reconocerlo— se vieron interrumpidas durante algunos gobiernos peronistas orientados a un nacionalismo efectivo.
Esa actitud política fue llevando de a poco hasta la situación actual y se acentuó con los gobiernos de Menem, Macri y Milei, tres M nefastas a