En una habitación donde el tiempo parece haberse detenido, José Antonio Ruiz abre con delicadeza un viejo álbum. Dentro, miles de recuerdos en forma de anillas. Son las vitolas de puros, diminutas obras de arte que lleva 38 años recopilando con paciencia y pasión.
Lo que comenzó como una simple curiosidad, se ha convertido en una de las colecciones más singulares de la provincia, un viaje a través de la historia, la cultura, y el diseño. “Mi suegro era un gran fumador de puros, y tenía algunas anillas guardadas en una caja. A mí me llamaban mucho la atención, así que todo mi afán era que me las regalara. Ante mi insistencia, su respuesta siempre era la misma, que cuando se muriera serían para mí. Yo siempre le decía que no hacía falta que pasara eso para que me las regalase, pero no le co