Por PAUL WISEMAN y GISELA SALOMÓN Associated Press
María limpiaba escuelas en Florida por 13 dólares la hora. Cada dos semanas, recibía un sueldo de 900 dólares de su empleador, un contratista. No mucho, pero suficiente para cubrir el alquiler de la casa que ella y su hijo de 11 años comparten con cinco familias, además de la electricidad, un teléfono celular y comestibles.
En agosto, todo se acabó.
Cuando se presentó al trabajo una mañana, su jefe le dijo que ya no podía trabajar allí. El gobierno del presidente Donald Trump había cancelado el programa de permiso de permanencia temporal —conocido como «parole»— de su antecesor Joe Biden, que otorgaba permisos de trabajo legal a cubanos, haitianos, venezolanos y nicaragüenses, como ella.
«Me siento desesperada», dijo María, de 48 años,